En julio pasado, el Gobierno del Distrito Federal presentó un nuevo reglamento de tránsito, una medida obligada para regular la vialidad de una de las urbes más caóticas del mundo. Basada en la Ley de Movilidad, la nueva normatividad le da prioridad a los peatones y ciclistas, indefensos ante una marejada sin fin e incontrolable de autos, motos, colectivos, "peseros", camionetotas y demás cacharros que circulan por las calles y avenidas de la Ciudad de México. Para conseguir los objetivos marcados, se tomarán una serie de medidas encaminadas a educar a los automovilistas y peatones en la cultura vial. Así, por ejemplo, se retomará el sistema de puntos de la licencia: luego de 12 infracciones que merezcan esta sansión se cancelará la licencia, la cual sólo podrá solicitarse tres años más tarde. Asimismo, se aplicarán multas por diversas infracciones, comunes en el Distrito Federal, como bloquear los pasos peatonales y banquetas o usar el celular mientras se conduce.
El nuevo reglamento entrará en vigor en noviembre próximo; mientras tanto, se capacitará a los elementos de la Policía capitalina y se llevarán a cabo modificaciones en el sistema de señalización de la ciudad.
Es deseable que el nuevo reglamento de tránsito de la ciudad de México tenga un impacto inmediato en la cultura vial de la capital mexicana y en la vida cotidiana de la misma, tan propensa a actitudes aberrantes, como la eterna pelea por pasar primero en el que automovilistas y peatones se enfrascan desde las primeras horas del día hasta más allá de la medianoche. Sin embargo, para eso es de vital importancia contar con la buena voluntad de los ciudadanos, algo improbable dadas los vicios viales que cargan los capitalinos. Pero es posible establecer una solución tajante para el anterior problema: llevar a cabo una campaña de concientización permanente e intensa, dramática, tal como se realizan en Australia o Nueva Zelanda, por ejemplo; por supuesto, para que este esfuerzo tenga resultados reales, la autoridad debe ser clara e implacable, es decir, aplicar las multas que se deben y únicamente a aquellos que lo merecen, con el reglamento en mano.
De otra manera, el nuevo reglamento se convertirá en una molestia para los capitalinos, otra situación para ignorar en un contexto con tufo a corrupción e irresponsabilidad cívica. En otras palabras, si no se toma con seriedad por cada uno de nosotros, los buenos deseos se olvidarán pronto, para seguir igual, estancados en el caos.
Ayudemos a hacer de nuestra ciudad un lugar mejor para vivir. Respetemos el nuevo reglamento de tránsito que no nos cuesta nada y nos traerá muchísismos beneficios para el futuro. Después de todo, no hay nada mejor que vivir en un lugar ordenado y seguro.
Saludos a todos y muchas gracias por su atención.
Ma. Carmen Blanca C.
El nuevo reglamento entrará en vigor en noviembre próximo; mientras tanto, se capacitará a los elementos de la Policía capitalina y se llevarán a cabo modificaciones en el sistema de señalización de la ciudad.
Es deseable que el nuevo reglamento de tránsito de la ciudad de México tenga un impacto inmediato en la cultura vial de la capital mexicana y en la vida cotidiana de la misma, tan propensa a actitudes aberrantes, como la eterna pelea por pasar primero en el que automovilistas y peatones se enfrascan desde las primeras horas del día hasta más allá de la medianoche. Sin embargo, para eso es de vital importancia contar con la buena voluntad de los ciudadanos, algo improbable dadas los vicios viales que cargan los capitalinos. Pero es posible establecer una solución tajante para el anterior problema: llevar a cabo una campaña de concientización permanente e intensa, dramática, tal como se realizan en Australia o Nueva Zelanda, por ejemplo; por supuesto, para que este esfuerzo tenga resultados reales, la autoridad debe ser clara e implacable, es decir, aplicar las multas que se deben y únicamente a aquellos que lo merecen, con el reglamento en mano.
De otra manera, el nuevo reglamento se convertirá en una molestia para los capitalinos, otra situación para ignorar en un contexto con tufo a corrupción e irresponsabilidad cívica. En otras palabras, si no se toma con seriedad por cada uno de nosotros, los buenos deseos se olvidarán pronto, para seguir igual, estancados en el caos.
Ayudemos a hacer de nuestra ciudad un lugar mejor para vivir. Respetemos el nuevo reglamento de tránsito que no nos cuesta nada y nos traerá muchísismos beneficios para el futuro. Después de todo, no hay nada mejor que vivir en un lugar ordenado y seguro.
Saludos a todos y muchas gracias por su atención.
Ma. Carmen Blanca C.