En los últimos días, la Ciudad de México ha sido sorprendida por varios temblores de considerable intensidad ( suman dos mil 188 temblores mayores a 3.0 grados en la escala de Richter en lo que va del año) , pero no es un asunto raro para los capitalinos: nuestra urbe se encuentra situada en un lugar especialmente sensible a los movimientos telúricos, por lo que estamos acostumbrados a esos “bailes”. Lo verdaderamente extraño del caso es que los habitantes del Distrito Federal no hacen mucho por prevenir las consecuencias de esos y otros fenómenos naturales, inevitables e impredecibles. Tal vez eso se deba a que la mayoría de la gente no sabe que es posible asegurar sus bienes y que es mucho más económico de lo que podría pensarse. E s cierto, existe el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), pero es insuficiente para apoyar a los particulares, a las familias, a quienes pierden todo cuando la Madre Naturaleza asesta un golpe de fuerza. No debería ser así y no tiene por qué...
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